12 oct 2011

Una criolla corrupción


En nuestro país se ha vuelto muy común el uso de la palabra corrupción, y es que, los pasados gobiernos han ayudado a consolidar este vocablo en el léxico del peruano. En los últimos 20 años los gobernantes en el país han sufrido más de un escándalo por este tema, demostrándonos que en el Perú aún adolece de esta enfermedad.

Los peruanos estamos acostumbrados a convivir con noticias de este tipo, mientras escribo estas líneas han destituido a Jefe aéreo del VRAE por usar aeronaves y helicópteros del Ejército y Fuerza Aérea del Perú para su propios fines (fuente lamula.pe).

Dicen que “una imagen vale más que mil palabras”, sin embargo la frase en el Perú es “un audio vales más que mil imágenes”. Y es que en los últimos años el caso más sonado de corrupción de altos funcionarios, después de los “vladivideos”, ha sido “los petroaudios” hecho que le costó el puesto a el entonces Premier del Castillo.

Pero este mal no es exclusividad de los gobiernos, en el congreso también tiene sus joyitas, sino recordemos a los parlamentarios que adoptaron la moda de los empleados fantasmas o aquellos que se ganaron un nombre en la política nacional como: “come pollo”, “roba luz”, “mata perros”, “lava pies” etc.

Como para no perder la costumbre el actual congreso también tiene a “come oro”, “el proxeneta”, “el falso universitario”, entre otros padres de la patria que están envueltos en temas de corrupción y la lista les aseguro seguirá creciendo. Son por estas razones que el Congreso de la Republica, se ha ganado el título de “La Institución que más desconfianza genera en los ciudadanos“.

En nuestro país la corrupción se ha vuelto pan de cada día, mientras sigo escribiendo sorprenden a un fiscal recibiendo una coima en Pisco (fuente Peru.com) Dicen que cada pueblo se merece a los gobernantes que tiene ¿los peruanos nos merecemos a estos políticos?

Las consecuencias de estos actos no son solo de índole laboral y moral, la corrupción en nuestro país también nos cuesta dinero, según Fuad Khoury el Estado pierde 10 mil millones cada año. Para el Contralor de la Republica “si tan solo la corrupción se redujera a la mitad, el Estado tendría entre cuatro mil y cinco mil millones de soles más de presupuesto”.

Realmente es preocupante saber las enormes cifras de dinero que se pierden gracias a malos funcionarios que no van a las instituciones públicas a servir al país, sino van a servirse con la cuchara grande. Pero las medidas que se toman ¿están dando resultados?

Las leyes existentes al parecer no son suficientes para frenar este delito, y es que los artículos que se le dedica a este tema en el código penal parecen no persuadir a nadie. Más aun si en mayo de este año se aprobó la discutida ley 29703, conocida como “ley pro corruptos” y aunque haya sido modificada en julio del mismo año todavía conserva rasgo proteccionistas.

Es fácil hablar de corrupción y señalar con el dedo a quienes cometen este delito pidiendo cárcel para los funcionarios corruptos, pero lo que no hemos analizado es que todos ellos son producto de la sociedad en la que vivimos. Con esto no trato de justificar sus actos, pero me pregunto ¿Cuánto aportamos nosotros para frenarlo? ¿Quién es más culpable el que acepta o el que ofrece?

Vivimos en una escases de valores al pensar que podemos comprar la benevolencia de un policía con 10 soles cuando para nuestro auto en la calle, cuando le pagamos a alguien para que nos suplante en un exámen de admisión a una universidad o cuando ofrecemos dinero para que nos agilicen un trámite.

Estos son solo algunos ejemplos de los muchos que existen y de los cuales todos hemos sido participe alguna vez, acá no se trata darnos golpes de pecho y aparentar que la política peruana está en decadencia, cuando es solo el reflejo de lo que somos.

No ofendo a nadie diciendo que los peruanos practicamos el mal llamado “criollismo”, cuando tomamos nuestro micro en paraderos no autorizados, cuando cruzamos las calles como sea o cuando botamos basura en las calles, no nos importa el resto mientras nosotros seamos los únicos beneficiados, es así como vivimos y es así como nos gobiernan. Entonces ¿de qué nos quejamos?

Intentamos disfrazarnos como una sociedad más desarrollada, y el esfuerzo en verdad ya es admirable, pero nuestra malas costumbres siempre nos juegan una mala pasada. Son por estas razones que el Perú todavía tiene una alta percepción de corrupción en sus funcionarios.

Muchas veces he escuchado la pregunta ¿En qué momento se jodio el Perú? la respuesta es más que obvia, solo que aún no la podemos pronunciar en voz alta. Confió en que la realidad cambie y las nuevas generaciones estén preparadas para cuando se enfrenten a situaciones como estas, porque no solo hay que trata de combatir la corrupción de nuestros gobernantes, sino también la de nosotros mismos.

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